
En la línea final de un post anterior, le declaraba mi cariño a J a quien no veo hace unos meses. No sé qué pasaría si nos reuniríamos nuevamente con una cervezas heladas, y la banda aparte de los filorockers fanzineros que solíamos rodear a J cuando éramos unos chiquillos en pos de experimentaciones. Ese tipo de vivencias que te hacen crecer dejando a la inocencia atrás. Oh, no voy a ponerme nostálgica, aunque sí, se ha colado un poco la garra de la nostalgia y no es tan fácil librarse de ella.
Sigo: J es un hombre que se molesta fácilmente como también se alegra hasta las carcajadas. LLamarle pasional no basta. J es de esa clase de individuos a los que se ama hasta que te das cuenta que la amistad pende de una frágil frontera. ¿Les ha sucedido lo de no puedo vivir sin ti ni tampoco vivir contigo?
Todo eso tiene su cuota de patetismo. Y no debo temer ser cursi. Qué importa. Lo que interesa es decir lo que uno piensa sin demasiados reparos, o es que eso es válido para mí y no necesariamente para todos. Porque cuando dices que definitavamente eso es así y de ninguna manera como el otro cree, posiblemente tienes razón cuando se trata de ecuaciones, trigonometría o los datos biográficos de un filósofo que ya se murió (por dar un ejemplo sin atisbos macabros ni nada que se le parezca) y considerando que eres tú la que sobretodo está empapada de estas materias. Algo así como alucinar que eres quien sienta la cátedra.
Pensaba en J y me enredé en un collage mental, con Magritte en azul, con cafeteras relucientes, servilletas rojas, y como una intrusión, la cara de Fujimori en su celda, mirando Los Soprano, con un café caliente y una frazada sobre las piernas.
Por contraposición, J se vuelve inolvidable en sus rabietas y en sus estallidos alegres. Sé que le gustaría leer este post y escuchar este tema (él ama los discos de Charlie Parker y de toda la pléyade jazzística) en una combinación virtual con What's my name.
All the Cats Join in.mp3
Si J hubiera visto y escuchado a Luc, se habría enamorado hasta los huesos, de su elegancia y de su bello rostro cual esteta re-conocido. E inmediatamente la estaría dibujando en ese impulso suyo, de dibujar lo que captura su atención. Una de esos impulsos suyos tan marcados.
A y yo vimos a Luc el sábado y fuimos felices. Ella siempre tiene unos detalles hermosos para nosotros. Caminamos por el malecón de Miraflores y conversamos sobre faros, gente amiga, su vida en Nueva York, sobre la casa de su madre que estaba en una esquina, una casa donde vivió la infancia en Miraflores y sobre las 100 cuadras que caminó cuando fue el atentado de las torres gemelas, en medio del humo y los llantos, de M y el amigo que se fue para siempre. De diseños y puentes, de cómo ha crecido A el ajedrecista y de nosotras. Antes habíamos tomado desayuno en una pastelería agradable, cerca del departamento alquilado por estos días en los que estuvo en Lima.
Cuando volvimos, Luc preparó té. A estaba contento con su robot bionic y Luc con el dibujo de A, a su vez linda sonriendo.
Estuve pensando que será preferible no le hable más a mi niña musa sobre su belleza. Creo que es tan evidente su esplendor, que resulta innecesario decírselo. Si aprende a valorar el intelecto y la alegría, eso será lo que la distinga. Sin duda.
Café: no lo pedí cuando Luc me consultaba lo que quería tomar. Sin embargo pensaba en café mientras los pastelillos llegaban y Luc se sacaba ese abrigo que me encantó por el corte impecable en marrón de alpaca. Ella lo llevaba como si se lo hubieran hecho a medida. Guardé los chocolates obsequiados y me dije, que no debía pensar más en el café. Porque de pronto me provocó y no se lo conté ni a A que estaba concentradísimo apreciando las fotos que M -el novio de Luc- había tomado como si fuera un fotógrafo experimentado. Solamente atiné a mirar atentamente las fotos del viaje a la India, las colosales edificaciones. Esos majestuosos templos y Luc de espaldas a la cámara, sentada a orillas del mar o las luces recayendo matizadas sobre los personajes de montajes teatrales, de pronto eran parte de un todo: estábamos en fotogramas, conversando.
Luc me dijo:¿ sabes? a mí como a ti, me gusta mucho Inspector Morse. Y siguió la conversa, con el jaguar rojo del Inspector como tema y luego la ópera. Sólo ahora cuando me gustaría estar cerca de esos centros abiertos las 24 horas del día para buscar café, pienso en algo que ya no es el rojo auto si no justamente café y otras fotografías. Y a distancia, en un arrebato insomne, quisiera ver más fotos en azul, ya no a Rene Magritte sino a la niña musa y una composición extraña de objetos azules como corolario. Por una vez, quisiera estar en azul y nada más.
Foto: Rene Magritte por Wolled.
2 comments:
Bueno, Luc es una de las chicas más azules que conozco. Pasamos días harto azules durante nuestra temporada en Dublin. Decile que te cuente -o inventá todo vos, Rain, que te sale muy bien.
Puck, Puck, ¡Puck!, me has dado una idea loca sobre las radiantes Lucs del mundo.
Mi amiga existe, se llama Lucrecia. Le dicen Luc.
El literablog asume lo vivido, con cierto amor por las palabras que se supediten a lo que uno ha vivido. Y bueno, están los relatos inventados a partir de una foto, sobre una piedra al pie de una alcantarilla, está la chica que medita sobre la supuesta existencia de las almas gemelas y en fin... Mas, cuando escribo sobre A, J, Luc, y la cotidianidad, es lo que pasó. Es personal, es también el literablog.
Grax a ti por Prince, por el café en el relato, grax por todo...
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