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03/10/2007

Matando al zombie

En la madrugada de ayer, me quedé mirando Vemon (Envenenados), film de Jim Gillespie. No sé si porque no veo muchos films de terror, esta película logró capturarme luego de pensar que no, que no era especial. Las tomas de la niebla en azul y los primeros planos de los rostros tenían una armazón de fantasías con riffs de ultrapánico.
Lo que me gustó del film, (sobretodo) es la chica que al final le da la vuelta al zombie. A diferencia de tantos films de terror donde todo culmina en muertes y no hay salida, si no sólo pavor, en Vemon, no hay happy end, mas sí hay una salida que no siendo esperanzadora, es alternativa, pujante, vigorosa.



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Este martes fue fatal.


Hay una manera de jugar ajedrez: esperar que el oponente se equivoque. Se la pasan en esa vigilancia, haciendo jugadas de espera y al final ganan capitalizando el error ajeno. Plaaaaf, qué falta de belleza. Y de perspectiva. Ah, sólo que eso da resultado. Hay victorias que no llegan porque se luchó, si no por una estrategia de guardián.


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Tampoco se trata de condenar y condenar. Soy alguien que mira, siempre mira... Demonios, no es que sea conciliadora a priori: la rabia haciéndose elástica mata.


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Creo que los hogares unidos fuera de las neurosis agudas son benéficos para los hijos. Y mucho más si los prejuicios no tienen cabida en la cotidianidad.

Querría que A tuviera eso: un hogar unido.

Querer lo imposible.


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Suele interpretarse a la disciplina como una coerción. La cuestión es autodisciplinarse. Cuando eso se logra, creo que el camino hacia determinado objetivo está abierto. Por ejemplo mi caso: en una mirada superficial, se me vería caótica. Escribo a deshoras, sin orden alguno. Lo que sucede es que diariamente escribo, sean unas líneas, o más de una página.

Allí está el quid y no me ufano. No hay de qué ufanarse.

Hay oquedad y algunos brillos pasajeros si lo piensas más, si te atreves a remover el terreno de las palabras.


*

Ahora mi banda sonora es el idioma inglés de los films emitidos en la madrugada. Veo a Nataska Kinski subiendo a un avión y nubes inmensas perfilan un cielo matinal. Ella habla de un pene ambulante y el avión gira hasta que Charlie Sheen se da cuenta que ella ha desaparecido y se lanza raudamente en el celeste aire. Draaaam.

Paracaídas en rojo.

Voy a dormir.

3 comments:

J. Alvargonzález said...

Me pongo nostálgico. Hace más de un año que no juego al ajedrez. Nunca he llegado a ser un buen jugador, apenas aceptable, no logro entenderlo como debería por mucho que me fascine. Quizá porque no admite la imperfección dentro de su discurso, como parte de su extrema belleza. Y yo solo entiendo de bellezas imperfectas.

Rain en ZQ. said...

Hola J.Alvar.
A la belleza la veo como una expresión del juego porque se arma un plano mediante una lucha. Una noble lucha, para mí es una lucha que hace la belleza por el pensamiento. Donde lo que conocemos por belleza con su canon convencional nada tiene que ver. O cómo en las novelas, los poemas, en todo, siempre la belleza, más
que en proyectarla a todo lo vivo, se vuelca en unas formas, en esteorotipos que están tan sobrevalorados, dodne no hay espacio para una belleza más abstracta. En fin, me perdería hablándote de ello. Apunto al final que además esa abstracción no lo es del todo y que es una locura pretender hacer un tratado sobre ello. Podría hacerse un enunciado neodadá, que no un manifiesto, :)

No me extiendo más porque voy a poner un post y salgo.
¡Salute!

tzarel said...

¡Jaque mate a la plana experiencia!.
Voy a ocupar la ventana de comentarios =)
Regreso animado, directamente a espectar las zinemátikas.