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20/09/2007

instantánea en sepia

raudamente te fuiste camino al subte con los ojos en bruma, mirando hacia la pista como si allí hubiera algo importante. dejaste caer de tus manos la piedra tallada en tardes alegres frente al mar. la piedra quedó allí en esa rejilla, ensuciándose, y en vez de mirarte, la contemplé largamente mientras en la calle sonaba lovely head, como si alguien hubiese adivinado que esa era nuestra canción, la canción de la piedra tallada, tu canción poniéndola con altosparlantes en una especie de inesperado ritual. y te vi cediendo a las trampas del tiempo, con cigarrillos a medio fumar, tazas de café frío, pasteles guardados, ropa transparente, el despertador sonando a las 6.02 a.m, lo único exacto en medio de la torcida sinuosidad. tu saco de gamuza negra llenándose de señales húmedas o era el frío en oleajes que nos tomaba y recorría nuestros cuerpos al amanecer. éramos como dos personajes absurdos interpretando el fin de nuestra historia, en sepia, como en las viejas instantáneas. la canción se llevaba algo de nosotros, y en un segundo te miré, cogí la piedra, volví a mirarte. la calle era infinita y no dijiste adiós







imagen: gabriel orozco.

3 comments:

Rain en ZQ. said...

El texto varió completamente. No es que cambiara lo esencial, si no la forma. No me gustó cuando lo releí pasada la medianoche.

Y ya, ahora lo dejo. Ahora me suena con otro ritmo. Y así lo prefiero.

Nicho said...

Se debería hacer una clasificación de las despedidas. Según el momento del día (al amanecer, a mediodía, por la tarde tardía, de buena madrugada); según su finalidad (no te quiero volver a ver nunca más, hasta luego, ya nos veremos, que vaya bien); por su forma (una besito, un morreo, una apretón de manos, o yéndose uno por una calle infinita sin decir adiós).

Un abrazo, Rain.

Rain en ZQ. said...

Vamos, sí, tu comentario es bastante motivador, mi querido amigo

Abraxo.