Me pregunto dónde estará Dionisio. Sí, el que me recordaba a Nietzsche con su nombre tan bello. Me pregunto si aún querría amarme. Él solía acariciar mis senos pequeños y celebraba mi delgadez. Lo falaz no vivía en sus ojos marrones ni en esa manera que tenía de contemplarme como si yo fuera una deidad. A Dionisio no le molestaba que yo no sea tonta. En el centro de la plusciencia, las mujeres sin gran talento son las más amadas. Con Dionisio, eso jamás prosperó.
Alguna vez llegué a creer que le faltaba un tornillo, o una tuerca, en fin, una neurona quemada, eso sí. Él era humano como yo. Me amaba a mí que no tuve ni tengo belleza neohelénica ni genio.
En plena era de los androides prosperando como geniecillos robóticos, mi apolo ultramoderno inventaba máquinas del tiempo para conjurar la indiferencia. Mientras la gente anhelaba comerse entre sí como animales en celo, Dionisio que era el amante más excitante de los que conocí en mi bicentenario, tramaba planes maravillosos para escapar a otra galaxia. Nadie podía comparársele.
Ustedes se indignarían si vieran cómo en pleno siglo xxv, las mujeres aún somos faros del idealismo más oscuro. Ya no existen surrealistas sino mendigos de la imaginación. ¿Dónde estás Dionisio? necesito que vuelvas a contar los astros y a construir naves, ahora que apenas si encuentro modelos musicales para mi sala de amores eternos. Amores donde tú eres el inmortal aunque el fuego de los dioses no exista ni la soledad sea una canción espléndidamente brutal.
2 comments:
Es posible que en el siglo XXV las mujeres sean paradigmas de las idealizaciones, pero ¿no serán cyborgs?. Los andróginos habrán tomado el planeta, ¿qué más?, ¿los androides soñarán con ovejas?.
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Sigue con el sello de humor. Le das un balanceo emocional al texto.
=)
Escribo entre la edición de una una carta de amor que también es una tesis teatral y el diseño de una novela mala mala.
Esta fue una refrescante lectura que vino justo a tiempo, un texto sobre deidades en franco romance, mortalizándose, encarnando fugaces una comunión pagana con la embriaguez paranormal.
Sucede sólo una vez cada siglo...
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