Admito que parezco una máquina sentimental. Escribo sobre playas lejanas y nada sobre las tardes con café . Llega el ayuno, la fiebre, el margen preciso para un zig zag musical/plástico sobre los días y sus arritmias.
Tengo un secreto y ni siquiera puedo revelarlo cambiando sus señales, tomando el autobús en las mañanas sin sentir un escozor raro en el pecho. Es nada, es todo.
La refrigeradora está vacía. Hay un pepinillo con tomates, y mermelada de durazno sobre las blancas mayólicas. Entre ese instante y el sonido de una bocina, la imagen de los locos de la avenida Wilson parece un cuadro móvil que viene y va. Estoy en una de las avenidas céntricas de la ciudad. Sixtoo pasa por mis audífonos y la mueca de un vagabundo que choca contra un hombre cerca de mí me marea. Entonces, recuerdo que hoy es domingo y que dentro de poco la calle estará solitaria. Plam, quiero tomar un café y me hielo. Edward Hooper hubiera pintado esta calle, su paredero, a esa mujer que tiene la mirada gris en el rostro blanquísimo y lleva una saco de cuero marrón. Se parece a Lily Monster y huele a perfume caro. Se va en taxi, y al subir me ha mirado. ¿ A mí me ha mirado?
Me ha mirado como un hombre mira a una mujer.
No sé por qué me ha apenado. No lo entiendo. Será porque escucho a Sixtoo y la calle está vacía, y el semáforo se demora demasiado en ponerse en rojo. Voy a cruzar la pista.
Sigo preguntándome porque el sentimentalismo se me cuela por los oídos si Sixtoo no tiene nada que ver con las baladas.
¿Soy acaso una guardadora de rastros? bah. O sí, porque la máquina sentimental es como un robot autónomo que controla a otros. Absurdamente. Todo esto es culpa de los gnósticos herejes que se me han metido en la cabeza y de la filosofía sobre matrix, las madrugadas frías y mi afición por los hexagramas.
Me abotono el abrigo, entibio mis manos en los bolsillos. La pregunta otra vez llega y la niebla cubre a la gente que afuera va con prisa, tiritando, mientras me paro unos segundos a mirar la bruma. Sixtoo parece el mejor soundtrack en estos días.
La pregunta vuelve como una fijación, y como si espantara una mosca la aparto de mi mente.
No interesa, me digo cuando en el camino encuentro café humeante y pay de limón.
Y es mentira, caronte de cómic, es mentira. Dime si vas a venir.
2 comments:
Los gnósticos medievales sobretodo, como los que se ven en La Vía Láctea de Buñuel. Esos te hacen escribir así. No, ni que fueras una neoesotérica.
Lo que es yo, apuesto por la pl. Tenla en cuenta.
Es que tenían unos postulados intrincados, de hecho más interesante que los de los cristianos, con toda esa cuestión del Demiurgo y el fragmento de la divinidad contenida...
Motivo de peso.
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