Para Azrael
Me imagino en el útero de Estela, en la primera vida, la constante líquida de instantes en serie, escuchando la respiración de mi madre.
Una ventana de agua para ver la nada.
Llorábamos cuando salíamos de los cuerpos de nuestras madres. Las ventanas estaban afuera y no las veíamos.
Estela era una adolescente. No sé cómo era tu madre, sólo sé que la mía era una chica con ojos grandes.
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Cuando fui al colegio, me gustó escaparme a los enormes patios y tocaba los bordes de las ventanas por el placer de palpar las texturas metálicas, en sus bordes plateados mientras empezaba a conocer qué era vivir, allí en aulas, capillas, patios y almuerzos en azafates con la imagen de la Virgen María.
Tampoco sé cómo te fue en el colegio y si alguna vez tocaste ventanas. Los niños suelen romperlas jugando con la pelota.
Lo que intento adivinar es si te gustan las ventanas. O es que no te importan, porque al fin qué es una ventana si no un pedazo de vidrio con marco. Oh, no, no es sólo eso. Estoy mintiendo por no sé qué impulso. Creo que me resulta difícil escribir sobre ventanas porque yo misma soy como una ventana en un subterráneo. Créeme, no quiero ser una embustera.
Muchos somos tan absurdos, que a la hora de hacer algo que nos importa más que un cúmulo de pequeños sueños, solamente contamos con 21 gramos. Sí, lo digo porque he visto el film cuyo título es 21 gramos. He recordado a mi padre y a Joaquín. Y a Josemari mirando por la ventana del Queirolo* una mañana soleada cuando nos tomábamos una cerveza.
Ventanas. Si vengo a la Z Q, abro ventanas. Si camino por la ciudad, me detengo ante una ventana y a veces, sí, de veras, a veces imagino la voz de alguien, y me inquieto. Son pocos los actos que me inquietan, como las dichas que se me atraviesan en la garganta cuando canto a solas y me olvido de mí. Cuando pienso por ejemplo, en Montse de pie junto a una ventana, hermosa en su dark majestad.
¿Sabes? me pierdo en el laberinto de mi máquina sentimental.
Intempestivamente pienso en una palabra que leí. Una palabra bonita y extraña. Otro día le daré vueltas. La palabra es: contraventanas.
Por ahora, me quedo con la imagen de una ventana roja, desde la que asomas mirando hacia la calle, donde los cuerpos transitan como robots en la ciudad y es otoño. Otra vez.
* Queirolo: tradicional bar ubicado en el centro de Lima.
10 comments:
A veces uno es necio y como el impulso de escribir pesa, lo hace, aún con el peso del cansancio del día. Así que escribe con errores de verbos y luego se averguenza al releer, mas ya estuvo hecho. Quizás la ventaja del blog, es que es posible ser permisivos para corregir a posteriori: eso hice con
Ventanas
...saimos de los cuerpos de nuestras madres
el gusto: ahora se dice una sola vez
el gusto, el placer...
*
Pasa el mediodía y los 21 gramos están en una parte de mi mente...
21 gramos al final.
Lo que más me gusta de las ventanas ya no existe.
Bueno, sí existe, pero sólo en las casas viejas. Las nuevas lo olvidaron, en parte porque las paredes son delgadas, sólo sirven para ocultar de la mirada. En parte también porque ya nadie se detiene a mirar por la ventana, para eso se inventó el televisor.
Me refiero al alféizar. Es una de las palabras que más me gustan. No sólo por la sonoridad, también por lo que nombra. Sentarse en la penumbra del alféizar, una tarde de verano en una vieja casa de campo, sólo para contemplar el paisaje, o para saludar a alguien que pasa en ese momento y se detiene para charlar de todo y de nada.
Qué hermosa palabra alféizar. Y siempre junto a la ventana.
"Alféizar", claro que sí. Hermosa palabra. La uso cada vez que puedo.
Me quedo con la ventana y la contraventana. Las viejas casas de campo me estremecen.
Cuando era niño creía ver una sombra rara al lado del alféizar. Es un recuerdo que alcanza al alféizar haciéndolo siniestro. No importa que la palabra sea linda cuando todavía me trastorna lo que evoca.
Prefiero un gran ventana y si es con vitrales, mucho mejor.
Podía ser la sombra de un duende como los que te aterrorizaban cuando eras una chiquitina. El alféizar quedaría estupendo como parte de la escenografía de una película de culto.
Grrrrrr.
Será que me gustan las ventanas, los ventanales, abiertas, de par en par. así se ve afuera, y las ventanas a pesar de todo, allí están...
Alféizar: ¿qué puedo decirles? no sé, imagino que sí sé y es peor.
Con todO, sí, suena armónica. Alféizar.
Ubicarse fuera del tiempo, en torno a una sola palabra... encima todo luce como un punto de partida.
Ventanas de los aeropuertos, las de la sala de espera donde de pronto llega alguien amado y odiado, ventanas por donde llega la vida o la muerte... ¿y el espejo no será también una ventana?
Inarrancable mirada reticular, cuando nuestro amante deja de mirar con ternura y por primera vez da la espalda, en plena oscuridad.
Es decir, ventanas que se cierran por primera vez...
¿cómo es posible que siendo el alféizar una cosa que está con la ventana, pueda ser separada por una mente como la mía?
es patético, pero allí me tienes. si quiero decir algo malo, digo alféizar y si pienso en algo feo, aparece la palabra alféizar.
es un caso.
En Queirolo apenas alcancé a almorzar alguna vez. Recuerdo perfectamente al mozo, un anciano renegón clásico (me imagino) de bodega antigua.
La ventana de la que hablaba la saqué de un libro, sé que no es original, pero a fin de cuentas ya todo está escrito, ¿no? No, pues. Lo bueno de las palabras es que nos permiten bifurcarnos sin límites, que incluso otras personas escriban lo que nosotros quisieramos escribir. Y los sentimientos del hombre son tan disímiles como personas existen.
El problema con esa ventana es el marco. Nunca se cierra. Primero pensé que era una luz cegadora la que dividía el marco. Después se me hizo demasiado fácil. Después dejé de pensar en eso.
Existen ventanas de muchas formas y tamaños. Por ahora se me van cerrando la mayoría. La analogía, creo, es obvia.
Ojalá leas esto. Gracias. :)
Todavía te debo un dibujo.
Muchas ventanas...
analogías
ventanas que se cierran
Azrael, no creo en las lecciones moralizantes, ni en los consejos..., sólo creo en lo que sale de uno sin esas miradas cargadas de compasión mezclada con aseveramientos.
Podría decirte que tienes un mundo por delante y eso me suena a esperanza dulzona, a algo que no basta, mas de cierta forma es verdad, tienes un mundo por delante, y puedes hacer tantas cosas, vivir mucho, conocer, aprender...
querría decirte que no me debes nada, mas hay algo: la idea de que me hagas un dibujo, es bonita y aceptaría ese obsequio.
Abraxo.
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