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17/10/2007

red & zine

me gustan las imágenes sincronizadas con tu tiempo, mientras veo por ratos cinemax. estoy en una zona temporal y me desentiendo del sueño. he tomado una bebida energy drink, y la papelería está en rumas, inclasificable.
a veces quiero escribir sobre instantes que sólo a mí me importan y luego lo olvido. cuando tengo tiempo asomo a blogs que largo tiempo no he leído y por ejemplo encuentro a alguien que escribe contra las mujeres que él cree lo espían. por un momento recuerdo a valerie solanas y a su odio lo encuentro como extrema señal de su desamparo. no puedo hablar mal de ella, si no sonreír. tú serías alguien que formarías parte de su destacamento de aliados, los fronterizos que rompían con el papel del macho ufano o subrepticiamente dominador. tú que sabes cómo despedazar los razonamientos ortodoxos con tu serenidad o tu violencia de antipredicador, parecido a malcom x en los extramuros de la ciudad.

estamos solos, nos lo hemos dicho tantas veces. tú lees alguna vez lo que escribo porque estás lejos del mundo virtual y tu existencia se mezcla entre los cinemas, las clases de música, las fotografías digitales y los fonógrafos de colección. nadie me cree cuando escribo la verdad, decías y prorrumpías en secuencias alteradas, como en un film velado, ariscamente, encapsulado en conversaciones densas que se mezclaban con bromas sobre el monolito de washington y las acrobacias de tu musa loca. por el boomerang de nuestras elucubraciones nos llenábamos de recortes amarillentos sobre esos payasos fellinescos. payaso blanco, payaso augusto y la carpa del circo en una foto revelada hace años cuando éramos niños y jugábamos a las escondidas. ahora nos escondemos de los guardianes. tú detestas ser un ocasional guardián y yo escapo de las órdenes. no obedezco a nadie y me consumo como una abstracción, hasta que el cuerpo se sacude y los poros de la piel se abren como pequeños granulados del horror y no declinamos de nuestras debilidades, forcejeando inútilmente con nuestros sexos, muriéndonos poco a poco en un raye rabioso, cuerpo a cuerpo en choque sin espectros ni melodías dulces. deslizados, ya sabes, como resucitando, así caemos encima de flores recién nacidas como si hubiera algo genuinamente hermoso para seguir y tocar el cielo como astronautas que huyen a no saben dónde.