Unas horas de mi vida yo querría ser ese chico que sueña con la nieve y los animes, las glorietas de la calle rosada, el jazz, el cine y el escondido parque de mi ciudad cerca de aquellas esculturas perfectas. Yo querría tener 19 años y rodar mis ojos por la lunar rotonda donde chiquillas núbiles sonríen ignorando de qué horrorosa urdimbre está hecho el mundo. Y ser un dandy inquieto y extremo ahora que siento a un túnel cayendo sobre mí como la roca de Sísifo.
3 comments:
Es un tema raro, la última vez que quise ser alguien más fue debido a una envidia sana a ese amigo cineasta con quien sólo comparto la blogósfera y el continente, de pluma luminosa y fascinante, con estilo único.
Pero ciertamente, en las horas vacías, envidió muy poco, cosas muy simples. Envidio a las personas que pueden dormir, por ejemplo...
Hamlet, pienso en la admiración. Puedes admirar a una chica, en tu caso. Esa admiración se da con su cuota de idealización a la que te
resistes conscientemente. Lo que sucede es que en el plano inconsciente no hay nada que hacer. Allí está la chica. Esa admiración de hecho es pasajera. Como no está alimentada en una cotidianidad y ni conoces a la chica (me refiero a una chica de la virtualidad) se te pasará o te durará todo el tiempo que la chica te suscite eso que llamamos admiración. Sólo que el entusiasmo decrece porque de pronto se asume la admiración como una especie de aprecio sostenido. Y lo único que te removería sería la audencia de la chica..., creo :)
la ausencia
eso es lo que quise escribir.
porque con la ausencia ya no existe la posibilidad ni remota de saber más sobre esa chica...
ja, ¿medio enredado quedó? creo que tú captas...
:)
Post a Comment