La noche se va. Escribo entretiempos mientras A juega en la casa de Doria. Se va a quedar a dormir para jugar ajedrez con su papá. A no quiere comer mucho pastel porque le gusta la ligereza de la delgadez.
Hoy cumplieron años los hermanos de la musa bebé que tienen distinta edad habiendo nacido en el mismo día. Fue un día agitado y gracioso con juegos en parques y el happy birthay dum dum.
El dulzor de los recuerdos fue muy mío. Quizás también debí cerrar la ventana de comentarios para el post Café con pastel de limón. Eeeeh, ¿qué digo? si llegó Kurubeta exclamativo desde Paraguay.
Volteando el giro, notará el que lea este blog personal, que mi eclecticismo es poco atractivo. Eso por una parte me reafirma en la soledad, que no es un estado buscado a diestra y siniestra.
A veces
sí, reaparece el a veces
la virtualidad me parece sobretodo radiante. Otras, encuentro que todo es ilusión. Que la matrix está aquí. Que no hay nadie ni yo estoy aquí realmente. Que no soy nada ni nadie. El teclado suena con cada dedo sobre las letras, la compu arroja un ruido de máquina gastada, y existen otras señales físicas. Natural composición cromática de objetos vivos.
Lo que parecería un sofisma cual pretexto para una retórica vana es solamente parte de la soledad.
Vivo en Lima, lo saben. Adoro esos lugares inciertos y hermosos de la ciudad, su centro retumbador, las huacas y los apus urbanos.
Soy una mujer extemporánea a solas con su teclado, sin irritación por el frío invernal. Me hago preguntas, demasiadas preguntas.
La más recia naturaleza humana se torna anarca. ¿Has visto las manzanas doradas de las que hablaba Ray Bradbury? Si las has visto, comprendes....comprendes.
Hubo un tiempo en el que me enamoraba virtualmente. Era el tiempo de los espejismos.
Muñecota de signos electrónicos, plum, me maté.
Ahora pienso en los talones de aquiles y en las madréporas. Y me convierto en un cyberanimal.
Preferiría ser cyborg. Mil veces, millonésimas veces, cyborg con talante de viajera, nómada asidua de los territorios expansivos.
Tal vez llegue el tiempo de la rebelión última, como en un perpetuo acto felino. Tú estarás al otro lado de su cara y yo reuniré fósiles y cactus, porque del amor, creo que es como un fósil que resplandece en los veranos y yo quiero verlo cuando la espuma marina lo golpea como si eso fuera lo que al final importa. El amor cactus, el amor maquínico y solar.
Hoy cumplieron años los hermanos de la musa bebé que tienen distinta edad habiendo nacido en el mismo día. Fue un día agitado y gracioso con juegos en parques y el happy birthay dum dum.
El dulzor de los recuerdos fue muy mío. Quizás también debí cerrar la ventana de comentarios para el post Café con pastel de limón. Eeeeh, ¿qué digo? si llegó Kurubeta exclamativo desde Paraguay.
Volteando el giro, notará el que lea este blog personal, que mi eclecticismo es poco atractivo. Eso por una parte me reafirma en la soledad, que no es un estado buscado a diestra y siniestra.
A veces
sí, reaparece el a veces
la virtualidad me parece sobretodo radiante. Otras, encuentro que todo es ilusión. Que la matrix está aquí. Que no hay nadie ni yo estoy aquí realmente. Que no soy nada ni nadie. El teclado suena con cada dedo sobre las letras, la compu arroja un ruido de máquina gastada, y existen otras señales físicas. Natural composición cromática de objetos vivos.
Lo que parecería un sofisma cual pretexto para una retórica vana es solamente parte de la soledad.
Vivo en Lima, lo saben. Adoro esos lugares inciertos y hermosos de la ciudad, su centro retumbador, las huacas y los apus urbanos.
Soy una mujer extemporánea a solas con su teclado, sin irritación por el frío invernal. Me hago preguntas, demasiadas preguntas.
La más recia naturaleza humana se torna anarca. ¿Has visto las manzanas doradas de las que hablaba Ray Bradbury? Si las has visto, comprendes....comprendes.
Hubo un tiempo en el que me enamoraba virtualmente. Era el tiempo de los espejismos.
Muñecota de signos electrónicos, plum, me maté.
Ahora pienso en los talones de aquiles y en las madréporas. Y me convierto en un cyberanimal.
Preferiría ser cyborg. Mil veces, millonésimas veces, cyborg con talante de viajera, nómada asidua de los territorios expansivos.
Tal vez llegue el tiempo de la rebelión última, como en un perpetuo acto felino. Tú estarás al otro lado de su cara y yo reuniré fósiles y cactus, porque del amor, creo que es como un fósil que resplandece en los veranos y yo quiero verlo cuando la espuma marina lo golpea como si eso fuera lo que al final importa. El amor cactus, el amor maquínico y solar.
4 comments:
Rain, tu eclecticismo es absolutamente maravilloso.
Yo no concibo otra forma posible de enamorarme que la virtual, reincido a diario... es que los espejismos enamoran, claro.
¡Luc!
Oh, tú siempre me sorprendes.
Unas de las alegrías en zona quest es estar en contacto contigo.
*
(Risas.
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sea como sea qué espejismo tan vibrante es el enamoramiento.
Y hablando de enamoramientos y de cactus, me acordé de esto que escribí hace mucho mucho cuando el amor dejó de ser virtual: Amores cactus
Hay cuestiones que sí, como que son absolutas. Por ejemplo los amores cactus.
:)
Sin duda.
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