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30/05/2007

O no hay bastiones

Correr a veces con las palabras incrustadas entre los ojos. Descreer de los prístinos mensajes y las fórmulas amatorias. Hacerle un espantajo al eco de una voz que clama por ser escuchada: el destete, la violenta y periférica expresión sombreada de lamentos encubiertos.

Nada. No quiero quejarme de nada y pese a toda la fuerza que le pongo a mi patentada cordura, me deslizo por una pequeña melancolía, mas no tengo nada que ver con Pessoa y sé que eso me arrebata la grandeza que alguien alucina para mí como si yo fuera la mujer del coro angélico a la hora de los deseos o de las sentencias.

Así que no hay bastiones. Hay zonas donde la disolución de los sueños es como gelatina, se destroza cuando la tocas con un poco de tosquedad. Y ya sabes que amo la tosquedad y la fineza por partes desiguales. Ya sabes que difícilmente algo me trastorna y que el tambor de hojalata está guardado en un lugar secreto. Que los objetos tienen significados ambivalentes, y un tambor puede ser como una contraventana y la contraventana puede ser como un bastión pasajero, y el bastión puede ser una zona de canciones extremas en su cadencia loca por las tinieblas que hay entre cada una y esa manera de ser disolutos, suave o impíamente. Sí, como en un bastión profundamente misterioso que al fin no es nada extraño si no una zona de letargos y arremetidas donde no sabes qué pasará mañana, ni después, ni nunca.

7 comments:

Hamletmaschine said...

Un día que no me asome y aquí se llena de letras nuevas, vas a una velocidad de vértigo.

Han sido días fatigosos, de muchos empeños y pocas resoluciones, con emociones mixtas, los tableros giran inesperadamente: su juego se vuelve mi juego, o la otredad tira por mí, o peor aún... de pronto no hay reyes sobre el tablero sino demasiados alfiles.

Con lo que me pasó ayer del acervo, no sé donde estoy hoy. Suena exagerado, pero de verdad me extravié. Los intersicios, sí, lo metadivino. Letargos, las murallas que son refugio del deseo...

Mucha suerte en los torneos.

Y muchos saludos, leerte es abrir los ojos estrenando párpados.

Rain en ZQ. said...

Y yo sigo imaginando aquel Traatado sobre Cristalogía. Recurrente con el papel de algodón. Recurrente por inclinación a la idea/imagen.

Chao Hamlet.
(Ah, leí Máquina Hamlet).

Hamletmaschine said...

No tomé fotos porque el flash daña los libros, entre más antiguos más lucífugos. Espero estar grabando en un mes el documental, si los burócratas detrás de sus deslumbrantes escritorios me dan su pemiso (y si no, me vuelvo un clandestino).

Gracias por esa lectura a MH, ojalá algún día puedas verla representada también. Yo la vi interpretada sólo con dos actores y una escalera plegable. La actriz hablaba y el actor era como un mimo. Escalofríante. Iniciática, Iluminatoria.

Eso fue hace tanto tiempo ya...


Muchos saludos, ya quiero un chapbook!

Rain en ZQ. said...

Hamlet, si esos burócratas ven más allá de sus escritorios, estarás filmando...
Algún individuo diferente hay entre los tantos que se parecen en ese bloque.
A ti gracias por la traducción y por compartirla.

Son días duros y no sé si podré volcar todo lo que quisiera...Así que el chapbook está pendiente.

Lo tuyo está en la compu, y yo estoy aquí con muchas cosas en el tapete...por decirlo de alguna manera.
Chao, estoy aquí.

tzarel said...

Te diría que entre tinieblas es mejor caminar un tiempo, pero es más que eso, mucho más.

Minerva o Atenea said...

Absolutamente cierto, saludos desde lo profundo del dilema. Por cierto, no hay nada más bello que la sorpresa, sea de cualquier tipo, le da un toque a la vida que le quita lo predecible, algo que nos dice que no solo somos automatas.

Rain en ZQ. said...

las sorpresas, las sorpresas
las sorpresas
¿de cualquier tipo?

(...)