Meryl era una escritora en esa película comenzada que vi. Nicolas Cage estaba enamorado de ella y al final le grita que es una escritora vieja y drogadicta. Muere el amante de Meryl y a Cage parecen salírsele los ojos.
(Escribo con ruidos de la vecindad. Propagandas televisivas. El frío de Agosto en Lima. Trac)
Meryl grita llorando: Quiero ser nueva, quiero ser una bebé. Quiero ser nueva.
Acaricia el rostro de su amante, sosteniéndolo entre sus brazos.
Vi esa escena hace dos noches. La idea me ha inquietado y la sueño, la mastico, la develo, la revuelvo y luego no sé qué hacer. Así como me cansa ver siempre lo mismo en su lugar, me agota la linealidad, y mi propia incapacidad de síntesis a la hora de discernir con qué me quedo para seguir la ruta. Decibeles interfieren, electricidad del cansancio.
La belleza. Extraño la belleza y las tardes de verano.
2 comments:
La felicidad es una tarde de verano en paz.
Mirando el mar. Y bueno, ese es un tópico deseable, recurrente, ineludible. Ja.
La felicidad también puede ser una tarde invernal en paz frente al mar.
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