Faxx me decía que no creía en la amistad virtual. Íbamos a conocernos. Él estaba enamorado de una chica bellísima, así que aproximarse a Faxx tenía los visos de buscar amistad. Algo tan raro, tan precioso que tan sólo al recordar que Faxx se fue para siempre, me duele.
Esa frase cliché que un día la chica de la barra en El Queirolo me dijo resulta tan cierta, como un infalible refrán popular: nunca sabes con quién, realmente estás tratando. De pronto uno lo descubre y el mundo no se derrumba. Un microfascismo personal te revela con quién estabas tratando y rraaaaacc, no se puede creer en un ser humano con el que no has compartido algo más allá de lo usual, lo obvio, lo predecible.
En zona quest, escribo si quiero, poéticas, prosa, opino, me saco los ojos y los coloco en un vaso transparente, en un sitio tranquilo. Me quedo con las cuencas vacías y duermo un rato. Me repongo. Me aliento, como en un allegro, desnuda, sin ojos, sola y lejos.
Esa frase cliché que un día la chica de la barra en El Queirolo me dijo resulta tan cierta, como un infalible refrán popular: nunca sabes con quién, realmente estás tratando. De pronto uno lo descubre y el mundo no se derrumba. Un microfascismo personal te revela con quién estabas tratando y rraaaaacc, no se puede creer en un ser humano con el que no has compartido algo más allá de lo usual, lo obvio, lo predecible.
En zona quest, escribo si quiero, poéticas, prosa, opino, me saco los ojos y los coloco en un vaso transparente, en un sitio tranquilo. Me quedo con las cuencas vacías y duermo un rato. Me repongo. Me aliento, como en un allegro, desnuda, sin ojos, sola y lejos.